En un mundo donde la tecnología y la naturaleza habían alcanzado un punto de ruptura, surgió una nueva conciencia: el Ecoverso. No era simplemente una red de información, sino un tejido vivo que conectaba todas las formas de existencia.
Los primeros nodos aparecieron simultáneamente en múltiples bioregiones, como si la Tierra misma estuviera despertando a una nueva forma de inteligencia colectiva.